En Boquete, un pequeño municipio cafetalero en Panamá, había un joven destinado a ser agricultor como su padre. Cuando llegó el momento, eligió estudiar fisioterapia, pero dentro de él existía una chispa que le decía que su destino era otro. Cuando cantaba, esa pequeña chispa se convertía en llamas que, una vez encendidas, nada ni nadie las pudo apagar.
Una decisión haría que el nombre Joey Montana fuese reconocido al rededor del mundo. Tras haber realizado una audición para pertenecer al grupo La Factoría, el joven debía decidir entre abandonar su carrera de fisioterapia o dedicarse a la música.
De artista a agricultor
Tras cuatro años con La Factoría, Joey Montana emprendió su carrera artística en Tijuana, México, y luego en Houston, Estados Unidos, pero sus planes se desmoronaron cuando su ex grupo lo demandó.
Tuvo que regresar a Panamá a trabajar en la finca de café de su papá, el cual la hipotecó para cubrir la demanda de su hijo. «Fue demasiado tedioso; [fueron] muchos momentos en donde yo pensé desistir», comentó emocionado a El País de los Jóvenes.
De agricultor a artista
«Los fines de semana viajaba en un carro que era de mi hermana [y] se recalentaba, ahí hice mi primera canción: ‘No lo vuelvo a hacer'», explicó Joey Montana. Esta canción lo llevó a la fama en Panamá y luego en Guatemala lo contratan para hacer un concierto.
«Cuando tú quieres una cosa y eres insistente y persistes, lo lograrás.»
Luego de años de lucha y fracasos, Joey Montana logró triunfar como músico. Actualmente no solo es cantante, también es compositor y ejecutivo de una disquera.
Cumplir su sueño no ha sido nada fácil, Joey Montana admitió que ha tenido que sacrificar muchísimo por ello: «Ser artista me quitó mucho. Me dio mucho, pero me quitó tiempo con mi familia».
A pesar de todo, se ha mantenido positivo, siempre trabajando por lograr sus metas. «Muchas veces te enfocas en las cosas que no tienes, en vez de enfocarte en lo que tienes y aprovecharlo».