El abuso infantil es un problema mundial que siempre ha existido y que con el tiempo ha evolucionado debido a distintos factores como la tecnología. Cualquier niño, niña o adolescente puede ser víctima de maltrato físico, mental o sexual, sin embargo los menores con discapacidad son más susceptibles a este delito.
Según un estudio realizado por la Dra. Corina A. García-Piña, «La discapacidad y su asociación con maltrato infantil», la discapacidad es la «ausencia, restricción o pérdida de la habilidad para desarrollar una actividad en forma o dentro del margen considerado como normal para un ser humano».
Existen distintos tipos de discapacidades como la auditiva, intelectual, neuromotora y visual, las cuales presentan numerosas dificultades que pueden inducir el abuso infantil como:
- Padecimiento crónico.
- Información y conocimiento insuficiente de los familiares en relación a las necesidades del menor.
- Familias con nivel socioeconómico pobre.
- Convivencia y cuidado del menor por personas
ajenas al núcleo familiar. - Poca capacidad del menor para expresar las agresiones que sufre.
- La tarea diaria de atender al niño crea fatiga y
cansancio en los familiares. - la demanda de una atención médica, paramédica
o las dos, eleva los gastos por transporte, alimentación especial, uso de aparatos ortopédicos, medicamentos o escuelas especiales, etc. - Falta de conocimiento específico sobre cuidado y protección respecto a la sexualidad, funcionamiento y desajustes menstruales en niños y adolescentes.
«Estos factores suelen ocasionar estrés constante, incremento e las necesidades económicas y cansancio en la familia, factores que han sido descritos como desencadenantes de violencia familiar, maltrato infantil o ambos problemas», indica la Dra. García-Piña.
La detección temprana de la discapacidad es fundamental para atender las necesidades de los menores con necesidades diferentes. Asimismo, la doctora menciona que es fundamental que los padres tengan una buena salud mental y bienestar para poder cuidar del menor. El apoyo emocional para los progenitores es necesaria para que enfrenten esta ardua tarea.
Es vital que los padres conozcan quiénes cuidan de sus hijos, no los deje solos, verifique que los traten con dignidad y no los castiguen por sus comportamientos.
Los Centros para el control y la Prevención de Enfermedades (CDC) da las siguientes recomendaciones para los padres:
- Sepa dónde está su hijo y lo que está haciendo cuando no esté en la casa.
- Conozca a las personas que cuidan a su hijo. Solo deje a su hijo con alguien que usted conozca y que pueda cuidarlo en un lugar donde el niño esté a salvo de daños y peligro.
- Sepa que en la escuela de su hijo deben tratarlo con dignidad. Su hijo no debe ser castigado mediante el maltrato, la restricción física o el aislamiento.
- Tome medidas para asegurarse de que su casa sea un lugar seguro para su hijo en donde no se lesione.
- Hable con su hijo sobre los comportamientos y las situaciones que son seguras y los que no lo son.
- Identifique a los adultos a los que su hijo puede recurrir y recuérdele quiénes son. La representación de roles y practicar cómo encontrar a un adulto de confianza pueden ayudar a los niños pequeños a saber dónde acudir.
- Sea realista sobre lo que su hijo puede y no puede hacer.
- Si se siente frustrado, ¡tómese un tiempo para calmarse y enfocarse de nuevo!
- Pídale a la gente de confianza que lo ayuden.
- Enfóquese en lo positivo.
- Saque tiempo para usted mismo.
- Hable con un profesional de atención médica como su médico o un terapeuta si no sabe cómo manejar el comportamiento de su hijo.
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