Cuando Katina tenía 12 años fue abusada por el mejor amigo de su padre, su padrino. Como la mayoría de casos de abuso infantil, fue abusada en su propio hogar y por una persona cercana a su familia que muchos creyeron que «jamas podría hacer algo así».
El abuso comenzó a través de conversaciones incómodas sobre sexo, después entraba al cuarto donde ella dormía y le decía cosas al oído. Hasta que empezó a realizar las visitas a su cuarto para masturbarse con la mano de Katina.
Pasó ocho años callada porque pensó que no tenía secuelas, pero psicológicamente estaba muy dañada. Se había convertido en una muchacha tímida y ansiosa; no le gustaba ningún joven, ni tenía deseos de una relación.
Incluso cuando iba a un restaurante, no sentarse en un lugar donde le daba la espalda a la entrada porque sentía muchísima ansiedad.
Cuando Katina tenía 20 años explotó y le contó a sus padres lo que estaba sucediendo. Sus padres lo enfrentaron y cortaron todo tipo de relación con su abusador, quien a la fecha sigue negando todo.
La joven ha ido a muchas terapias. Lo que le sucedió no se le olvida, pero ahora está en una relación sana y está bien con ella misma.
Ahora a sus 39 años, utiliza su profesión como directora de cine y teatro para concientizar a las demás personas sobre el abuso sexual. En agosto estrenó una obra de teatro que trata sobre el tema porque descubrió que su abusador había abusado de otras niñas e incluso a algunas sí las había violado.
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