El objetivo fundamental de un buen liderazgo es hacer que las cosas sucedan. Un líder no debe confundirse con una persona que grita, humilla y manda, ya que difícilmente logrará que las cosas no sucedan.
Al contrario, al momento de darse la vuelta su equipo de trabajo podría actuar de manera inadecuada. Entonces, ¿cómo lograr ser un líder de influencia al que su equipo de trabajo apoye de forma voluntaria y con la mejor disposición?
Te dejamos algunas recomendaciones:
El puesto de trabajo no determina al líder. El es el liderazgo el que va a validar y determinar el puesto de una persona. Por lo tanto, la primera responsabilidad que tiene un líder es validar su puesto y convertir a su equipo de trabajo en sus seguidores.
Para ello debes ser extremadamente congruente. Esto quiere decir que todo lo que digas debe evidenciarse con las acciones que tomas. En otras palabras, debes ser el mejor ejemplo de lo que predicas.
Si pides respeto tú debes darlo, si pides una mejor comunicación tú debes empezar por buscar la forma de optimizarla.
Un buen líder debe ser capaz de valorar y apreciar a su equipo de trabajo. Cuando veas que alguien necesita ayuda para su crecimiento, no dudes en darle la mano.
Un líder debe ser agradecido con el apoyo de sus seguidores. Por lo tanto, cuando se logre un resultado, se le deberá dar crédito a la persona.
Un buen líder enfrentará los problemas pidiendo apoyo del equipo para solucionarlos. Jamás culpará a las demás personas y se enfocará en ello en vez de la solución al problema.
Los chismes y mentiras son destructivas y deterioran el respeto, la confianza y aprecio del equipo. No aceptes este tipo de cosas.
Es muy importante que confíes y lo demuestres a tus seguidores. Esto se transmitirá entre todos y logrará un ambiente de trabajo óptimo y sano.
Si eres feliz con lo que haces, transmitirás a tu equipo lo mismo. Por lo tanto, tu equipo trabajará con ánimo y positivismo.