“Despierta tu motor”: por qué desayunar importa
¿Eres de los que piensan que “brincar” el desayuno es ahorrar tiempo? Pues la ciencia no está de tu lado. Cuando te levantas y no le das algo de combustible a tu cuerpo, es como arrancar un coche sin gasolina. Tú crees que estás listo para rodar, pero tus sistemas están en modo ahorro. Además, es en este desayuno importante donde tu cerebro necesita glucosa para pensar, aprender, recordar. Sin eso, la concentración se te borra y las ideas fluyen a paso de tortuga. Entonces, los mensajes internos empiezan a decir “mejor me cuido en la cama otro rato”.

También, al no desayunar, la energía baja y llega ese bajón que te hace preguntarte: “¿por qué me siento tan lento?”. Y lo peor: el humor se vuelve un terreno impredecible. Sí, ese famoso “hanger” hambre + coraje se dispara y de repente lo más leve te irrita. Así que si estás mentalizado para componer, crear, moverte o simplemente sobrevivir a la mañana, darle al cuerpo algo desde temprano hace toda la diferencia.
No solo por hoy: esto puede afectar tu salud en serio
Saltarte el desayuno no es solo un acto de “no tengo hambre”. Puede desencadenar efectos que se acumulan con el tiempo. Por un lado, puedes desordenar tu reloj interno. Este reloj regula tu sueño, metabolismo y hormonas. Si lo haces rutina, el cuerpo empieza a tirar de reserva y a decir “oye, cuidado, menos gasto”, complicando incluso el deseo de un buen desayuno diario. Esto ralentiza tu metabolismo, y sí: puede facilitar que ganes peso.
A su vez, la falta de nutrientes al arrancar puede dejarte sin defensa. Tu sistema inmunitario empieza a tener que correr extra. Además, tu salud cardiovascular también podría resentirse. Las hormonas del estrés como el cortisol pueden subir. Esto te deja más directo al modo “alarma”. Ese estado no favorece tu claridad mental ni tu vitalidad.
En resumen: desayunar no es solo “comer algo”. Despertar la mañana y usar el desayuno para poner en marcha múltiples sistemas te ayuda a rendir, sentirte bien y protegerte.

Así que la próxima vez que digas “mañana mejor lo hago”, recuerda que empezar bien el día no es solo un cliché de bienestar. Es una inversión para que la mañana, el mediodía y el después te tengan listo para lo que venga. Un desayuno sencillo, equilibrado y a tiempo puede marcar la diferencia. En otras palabras, el desayuno de cada día puede definir entre empezar “apagado” o “full power”.
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