Para muchos, quedarse en casa durante el COVID-19 era la opción más segura, pero no para estos valientes heladeros de la tercera edad. Con edades entre 50 y 83 años, los Abuelitos Heladeros no dejaron que la pandemia frenara su pasión por vender helados y paletas artesanales en la Ciudad de Guatemala.
Como muchas personas que perdieron su empleo o tuvieron que reinventarse, estos heladeros tuvieron que guardar sus carretas, siendo parte del grupo vulnerable frente al COVID-19. Pero vender sorbetes y helados a su edad no es solo un pasatiempo: es su forma de ganarse la vida.

María Isabel Grajeda es la fundadora del proyecto Abuelitos Heladeros, iniciado el 5 de abril de 2020 (Crédito: IG @abuelitoseladeros)
La mayoría de ellos migró a la capital desde pequeños, provenientes de Chimaltenango, Quetzaltenango y Escuintla. Muchos han vivido toda su vida ligados al negocio de los helados. Algunos no saben leer ni escribir, pero aprendieron a hacerlo gracias a su trabajo diario. Usan operaciones básicas de matemáticas y habilidades que adquirieron vendiendo helados.
Desafíos de la calle
Durante los cierres parciales y el aumento de contagios, recorrer más de 10 kilómetros para vender apenas 2 o 5 paletas se convirtió en un reto gigante. La época de verano, cuando normalmente venden más, se transformó en el peor momento del negocio.
El toque de queda y las restricciones complicaban su regreso a casa después de jornadas de más de ocho horas. Muchos dormían en cartones, colchones improvisados o en el suelo. La casa que les alquilaba la empresa para la que trabajaban les ayudaba a ahorrar dinero de transporte.
La inspiración y corazón del movimiento
Entre estos abuelitos, Don Julio se convirtió en un símbolo de esfuerzo y perseverancia. Caminando lentamente con su carrito de helados, su dedicación y alegría inspiraron a María Isabel Grajeda, administradora de empresas de 31 años, creó y emprendió el proyecto Abuelitos Heladeros el 5 de abril de 2020.
Al visitar a los heladeros, en la casa donde vivía Don Julio, María Isabel se encontró con condiciones de vida muy difíciles: dormían en una vivienda de más de 100 años cerca del Cerrito del Carmen, con techos y cuartos fríos que necesitaban remodelaciones. La historia y el ejemplo de Don Julio sensibilizaron a la comunidad guatemalteca, convirtiéndolo en un símbolo de dignidad y solidaridad.
Lamentablemente, Don Julio falleció el 21 de agosto de 2025, dejando un legado que continúa inspirando a quienes impulsan esta iniciativa. Su vida se ha convertido en un ejemplo de esfuerzo, perseverancia y solidaridad, motivando a la comunidad a apoyar a los abuelitos y mantener vivo el espíritu del proyecto.

Don Julio, símbolo de perseverancia y alegría, cuyo legado sigue motivando a la comunidad de Abuelitos Heladeros (Crédito: IG @abuelitoseladeros)
El inicio de una idea que cambia vidas
Gracias a la iniciativa de María Isabel, los Abuelitos Heladeros reciben apoyo integral. Además, han llegado donaciones de camas, víveres, catres y ecofiltros, evitando que tengan que salir a trabajar en la calle durante la pandemia.

Los Abuelitos Heladeros son adultos mayores que endulzan la Ciudad de Guatemala con sus deliciosos helados, compartiendo alegría y solidaridad (Crédito: IG @abuelitoseladeros)
Helados que conectan generaciones
El proyecto no solo busca endulzar paladares, sino también corazones. Los abuelitos elaboran helados artesanales con sabores únicos como rosa de Jamaica, vainilla o combinaciones especiales, mientras comparten historias y experiencias con jóvenes y visitantes.
El proyecto busca padrinos que quieran apoyar la producción de helados y, al mismo tiempo, contribuir al sustento de estos heladeros. Ser parte de la iniciativa significa unirte a una familia que celebra la vida, la alegría y el sabor. Además, se crea un espacio donde se rompen barreras de edad y se fomenta la conexión entre generaciones.
La sede está ubicada en 11 av. A 1-30, zona 1 de Ciudad de Guatemala. Cada helado es más que un postre: es una oportunidad de aprendizaje, solidaridad y comunidad.
Puedes apoyarlos de varias formas: realizando donaciones económicas o de víveres, participando en eventos de recaudación como su Gran Rifa, o sumándote a su programa de apadrinamiento para garantizarles apoyo económico, víveres mensuales, desayunos, vitaminas, atención médica, hospitalización y tratamientos. Visítalos a través de sus redes sociales, Instagram, Facebook o su página web oficial.
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