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Nuestro hogar debería ser un lugar seguro en donde podemos ser nosotros mismos y donde recibimos amor incondicional. Para muchísimos niños su hogar es su infierno. En él habitan lobos que se disfrazan de ovejas que abusan de ellos física, mental y emocionalmente. Tristemente para miles de niños el monstruo se encuentra en casa.
«El 70, 80 y 85% de los casos, el abusador está en los padres, padrastro, tío o abuelo. En su gran mayoría hombres», indica el director de la ONG española Amor al Niño Cariño, Juan Carlos Álvarez, a RNC Radio.
Cabe mencionar que el abusador puede ser hombre, mujer, adulto, anciano, adolescente, e incluso niño o niña. En la mayoría de casos, suele ser una persona del entorno del menor, el cual mantiene en absoluta discreción su comportamiento.
Los menores están vulnerables en cualquier condición socio económica. Los padres de familia deben estar alertas ante cualquier cambio físico, de comportamiento o expresiones de suicidio. La mayoría de las víctimas no hablan por miedo o porque no saben qué es lo que les están haciendo.
Lastimosamente, los abusadores también pueden ser los padres o los encargados de los menores. Es importante aclarar que el abuso no se limita únicamente al abuso sexual.
Los abusadores también se han logrado filtrar a los hogares a través de las redes sociales y distintas plataformas online. Mediante estas vías, los pedófilos buscan el Grooming (conducta de un adulto para ganarse la amistad con menores de edad y establecer vínculos emocionales).
Ahora, las redes sociales se han convertido en el lugar preferido de los pedófilos. Hay que educar a los niños, niñas y adolescentes a no conversar con extraños y a tener cuidado. Los padres y encargados deben controlar los horarios, las páginas que sus hijos frecuentan y también utilizar su autoridad para establecer límites y prohibiciones.
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