Hace unos días, Reina Concoa de San Juan Sacatepéquez, Guatemala, se dirigió a la Unidad Nacional de Oncología Pediátrica (UNOP) para apadrinar a una niña con cáncer, tal y como se lo prometió a su hija Beverly, quien falleció a causa de la misma enfermedad. Ahora está por cumplir con su siguiente promesa: compartir su historia.
Entre lágrimas y muchos recuerdos dolorosos, Reina nos contó la historia de una niña que iluminó la vida de muchas personas y que, a pesar de haber tenido cáncer, siempre encontraba la manera de hacer reír a los demás.
«El día que Dios me lleve saldrá otra estrella en el cielo, esa estrella soy yo»
Beverly Toj Concoa fue diagnosticada con leucemia en el 2017, cuando tenía apenas 11 años. Estuvo tres veces en el intensivo y su madre nunca se apartó de su lado.
Desde su diagnóstico, Beverly se tuvo que enfrentar a la falta de empatía de muchas personas. Primero, a la de sus compañeras de la escuela que estaban esparciendo por los corredores que «la leucemia es contagiosa». Años después, se enfrentó a un grupo de personas que le negaron dar su testimonio de vida porque como no se había curado «no tenía ningún testimonio que dar».
Lo normal hubiese sido que ella entrara en depresión, pero Beverly vio más allá del daño que le habían hecho, los perdonó y continuó haciendo lo que sabía hacer mejor: alegrar a los demás.
«Su fe fue grande; nunca estuvo triste, siempre estaba contenta y hacía reír a muchos», dijo Reina. «En el hospital hablaba con las enfermeras y con los bebés y vivía cantando«.
«Tenés que aprender a leer y a escribir»
Beverly impactó muchas vidas; motivó a una niña que tenía pensamientos suicidas a luchar por su vida, consoló a su primo después de la muerte de su padre, alegró a otros niños enfermos en el hospital y logró que su papá y su tía retomaran su fe en Dios.
De todas las vidas que cambió, la más afectada fue la su madre. Beverly falleció el 12 de noviembre de este año, pero antes de su descenso inspiró a Reina a luchar por sus sueños y a superarse.
Reina recuerda que Beverly le insistía que debía aprender a leer y a escribir: «Me decía: ‘Tú podés, tenés que aprender’ «. Después de mucho esfuerzo, la adolescente de 13 años logró que su madre escribiera su primera palabra. «Ahora puedo escribir mi nombre», dijo Reina entre lágrimas.
Además, le pidió que apadrinara a un niño con cáncer en el UNOP. «Mamá no te pongas triste; no te quiero ver llorar, quiero que apadrinés a un niño», le dijo. Reina se lo prometió y ahora está cumpliendo con su promesa.
«Para mí, Dios ya había hecho milagros»
Entre las promesas que Reina le hizo a Beverly estaba la de contar su testimonio. Tal vez ella no se curó de cáncer, pero su historia nos enseña sobre el amor, la fe, la familia y el perdón; nos enseña que debemos dar lo mejor de nosotros mismos cada día, sin importar las circunstancias y mantener la fe.
«No se curó, pero para mí ya había hecho milagros. Salió tres veces del intensivo sin poder caminar, sin poder comer», mencionó Reina. «Beverly murió con un rosario en la mano, siempre con fe en Dios y en la Virgen».
El País de los Jóvenes fue testigo de la fuerza y lucha de Beverly. En junio recibimos una llamada de Reina, quien escuchó un programa en Radio Estrella en donde Carlos Flores, Gerente General de El País de los Jóvenes, contó la historia de un joven que fue como su hijo que falleció hace ocho años de cáncer.
Al día siguiente, cuando Carlos se contactó con ella, Beverly se encontraba muy mal y Reina quería saber cómo podía despedirse de su hija. De esta forma, nuestro gerente le dio seguimiento al caso de Beverly y, junto a él, el equipo de El País de los Jóvenes.
Ahora, después del fallecimiento de Beverly, lo que motiva a Reina a levantarse todos los días, trabajar y continuar con su vida, son las promesas que le hizo a su hija.