Había una vez un joven que era hijo de un constructor de barcos. Con el paso del tiempo, el constructor le dijo a su hijo que ahora sería él quién haría los barcos. El joven entusiasmado aceptó el reto, sin saber que antes de construir un barco, debía aprender a navegar en uno.
Esta es la historia de Eduardo Cruz, aunque su padre no era un constructor de barcos, sino que construía casas en el puerto y tenía un negocio de acabados de madera. Cuando Eduardo se graduó de la universidad su padre le ofreció continuar con el negocio de acabados de madera y, así como el hijo del constructor de barcos, tuvo que aprender a navegar en el mundo de los negocios.
«Esto es como navegar en el mar y no sabe uno a dónde lo pueden llevar los cambios climáticos».
Aprender, capacitarse y diferenciarse
Con el tiempo Eduardo fue aprendiendo sobre el negocio de los acabados y así comenzó Avatri, una empresa que se dedica a hacer acabados de madera, pero se dio cuenta que se estaba enfrentando a un mercado muy competitivo. «Me empecé a [diferenciar] y empecé a hacer muebles a la medida, pérgolas diseños diferentes», comentó a El País de los Jóvenes.
Para Eduardo leer libros de emprendimiento y capacitarse es algo esencial. «Yo tuve la bendición de poder estudiar en la [Universidad] Francisco Marroquín una maestría en emprendimiento que me abrió los ojos completamente», mencionó.
Eduardo estuvo en Acton MBA en la Universidad Francisco Marroquín en donde aprendió diversas herramientas de negocios y emprendimiento. Ahora está aplicando lo que aprendió en Avatri, siempre buscando nuevas oportunidades.
«Ningún marinero se ha vuelto capitán en aguas calmas».
«Yo sigo con mi sueño»
El sueño de Eduardo es exportar muebles a otros países. «Yo sigo con mi sueño. La idea es no quedarnos [como] una pequeña empresa, mi sueño toda la vida ha sido poder exportar muebles», dijo a El País de los Jóvenes.
Eduardo sigue luchando por cumplir su sueño y expandir Avatri y como el mismo dijo, está dispuesto a «meter las manos en el lodo».