Han pasado dos décadas desde que Claudina Isabel Velásquez Paiz, una joven estudiante de Derecho de tan solo 19 años, fue asesinada en 2005. Su historia no solo marcó a una familia, sino también al país entero. Esto evidenció la violencia y la indiferencia institucional que rodea muchos casos de mujeres desaparecidas en Guatemala.

Una noche que cambió todo
El 12 de agosto de 2005, Claudina salió de su casa rumbo a la universidad, sin imaginar que sería la última vez que su familia la vería con vida. Horas más tarde, a las 10:00 de la noche, habló con sus padres. Aseguró que se encontraba en una fiesta en la colonia Panorama, San Cristóbal, y que regresaría a medianoche, pero nunca volvió.
De acuerdo con las declaraciones de Pedro Julio Samayoa Moreno, amigo de la joven y hoy prófugo, Claudina se retiró del lugar pasada la medianoche. Sin embargo, horas después, la madre de Samayoa —también prófuga— llegó a casa de los padres de Claudina. Estaba preocupada, afirmando que había intentado llamarla y escuchó gritos al otro lado de la línea. Fue ese estremecedor detalle el que impulsó a la familia a salir a buscarla por su cuenta, antes del amanecer.
A pesar de su desesperación, la respuesta de las autoridades fue fría. La Policía Nacional Civil se negó a recibir la denuncia de desaparición, insistiendo en que debían pasar 24 horas. Solo hasta las 8:30 de la mañana del 13 de agosto accedieron a registrar el reporte, cuando ya era demasiado tarde.
A las 11:00 horas, sus padres confirmaron lo que más temían: el cuerpo de Claudina había sido localizado sin vida en la zona 11 de la ciudad capital.

Errores imperdonables
La investigación que siguió estuvo marcada por omisiones, negligencia y falta de sensibilidad. La escena del crimen no fue protegida, se contaminó evidencia crucial y no se practicaron diligencias básicas que habrían ayudado a esclarecer el caso.
Según la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), hubo graves fallas forenses y procesales, desde la manipulación del cuerpo hasta la pérdida de pruebas. Incluso las huellas dactilares de Claudina fueron tomadas durante su velorio, un reflejo doloroso de la falta de profesionalismo que reinó en la investigación.
Los familiares denunciaron además el trato despectivo y la revictimización que sufrieron. Una investigadora llegó a justificar los errores diciendo que pensaron que la víctima era “una cualquiera”.
Este tipo de comentarios dejaron en evidencia la violencia de género institucional que aún persiste en muchos ámbitos.
El caso llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que condenó públicamente al Estado de Guatemala. Ante tantos abusos, la CIDH, en 2015 emitió una resolución en la condena al Estado de Guatemala. Los culpó por su incapacidad para garantizar justicia y por no investigar la muerte de Claudina como un crimen de violencia contra la mujer.
El caso se reactiva
Dos décadas después, el caso volvió a moverse. En junio de 2025, el Juzgado de Mayor Riesgo “D” emitió órdenes de captura contra siete personas vinculadas con el crimen.
Dos de ellas, Juan Francisco Ortiz Zepeda y María Teresa Gudiel, fueron detenidas y ligadas a proceso penal. Las otras cinco permanecen prófugas y han sido declaradas en rebeldía.
#URGENTE
— Angel Oliva Teo (@AngelRTeo) July 17, 2025
Jueza Abelina Cruz Toscano del juzgado de mayor riesgo D, resolvió ligar a proceso penal y beneficiar con medidas sustitutivas a Juan Francisco Ortiz Zepeda y María Teresa Gudiel, procesados por el caso que se sigue por la muerte de Claudina Velasquez. pic.twitter.com/11jIeTpKYF
El exfutbolista señalado
Entre los prófugos destaca el nombre de Pedro Julio Samayoa Moreno, de 40 años, conocido durante años en el ámbito deportivo guatemalteco. Su rostro era habitual en las canchas. Militó en clubes como Municipal, Universidad de San Carlos, Iztapa, Mixco, Petapa, Xelajú y Chiquimulilla, donde jugó su última temporada antes de anunciar su retiro del fútbol en mayo de 2025.

Sin embargo, pocas semanas después de despedirse de la afición, su nombre volvió a los titulares, pero esta vez lejos del deporte. El 11 de junio de 2025, un juzgado ordenó su captura por su presunta participación en la desaparición y asesinato de Claudina Isabel Velásquez Paiz. Desde entonces, su paradero es desconocido.
Entre los señalados también está su madre Zully Moreno Barbier, su hermano Eduardo Alejandro Samayoa, su expadrastro Jorge Barahona Orellana, y Dalia Liset Palma Herrarte, exesposa de uno de los acusados.
Todos enfrentan cargos por asesinato, falso testimonio y obstaculización a la acción penal. Según el Ministerio Público, la última pista sólida del caso fue una llamada en la que alguien escuchó gritos de auxilio. Un eco de dolor que aún no se apaga.
Por caso Claudina Isabel Velásquez Paiz
— PNC de Guatemala (@PNCdeGuatemala) November 11, 2025
SE BUSCAN
Eduardo Alejandro Samayoa Moreno
Jorge Barahona Orellana
Zully Moreno Barbier
Pedro Julio Samayoa Moreno
Dalia Liset Palma Herrarte y/o Dalia Liset Palma Herrarte de Ljungströmmer pic.twitter.com/upx9MCVUKI
Alerta Isabel-Claudina
El impacto de este crimen trascendió las fronteras del caso. En 2016 se aprobó la Ley de Búsqueda Inmediata de Mujeres Desaparecidas. Además, en 2018 comenzó a funcionar la Alerta Isabel-Claudina, un sistema de respuesta rápida. Este busca localizar a mujeres desaparecidas en las primeras horas, cuando cada minuto cuenta.
Asimismo, busca garantizar acciones de búsqueda y resguardo para evitar que las mujeres reportadas como desaparecidas sean victimizadas, asesinadas o trasladadas contra su voluntad a otras comunidades o países.
Para que el mecanismo de búsqueda inmediata tenga respuesta efectiva para las familias, existe un trabajo de forma coordinada entre las siguientes instituciones:
Este mecanismo involucra al Ministerio Público, ministerios de Relaciones Exteriores y de Gobernación. Lo hacen a través de la Policía Nacional Civil, Instituto Nacional de Migración y Procuraduría General de la Nación.
Además, el sistema lo integran las secretarías de Comunicación Social de la Presidencia y contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas. También participa la Pastoral Social y Convergencia Cívica Política de Mujeres.
¿Por qué el nombre de Alerta Isabel-Claudina?
Un hecho delictivo cobró la vida de María Isabel Veliz de 15 años de edad, en el 2001. Claudina Velásquez también fue víctima de violencia en el 2005. Estos dos casos conmocionaron al país y dieron pie a la aprobación de la Ley de Búsqueda Inmediata de Mujeres Desaparecidas.
Cómo funciona la Alerta Isabel-Claudina?
Cuando una denuncia de desaparición llega a las autoridades, se traslada de inmediato a la Unidad de Mujeres Desaparecidas. Ahí se activa la alerta y se elabora un boletín que se envía a instituciones como Migración, Relaciones Exteriores y la PNC.
El caso también se remite a la fiscalía correspondiente para que inicie las diligencias en las primeras seis horas. Esto incluye allanamientos, exhibiciones personales, arraigos y pruebas de ADN, tal como lo establece la ley.
¿Cómo se puede hacer una denuncia?
Cualquier persona puede activar una alerta comunicándose por los siguientes medios:
- Llamando al 1572 del Ministerio Público.
- Llamando al 110 de la Policía Nacional Civil.
- Acudiendo a cualquier subestación policial.
- Acercándose a cualquier fiscalía distrital o municipal del Ministerio Público.
Cada llamada o reporte puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Por eso, la participación ciudadana es clave para que este mecanismo cumpla su propósito.

La Alerta Isabel-Claudina representa la promesa de que ninguna mujer desaparecida vuelva a ser ignorada. La voz de mujeres como Claudina —callada injustamente hace 20 años— sigue resonando como un llamado urgente.
A 20 años del asesinato de Claudina Velásquez Paiz, su familia sigue exigiendo justicia, mientras el proceso se mantiene bajo reserva judicial. Su historia se convirtió en un símbolo de resistencia y memoria. Un recordatorio de que la justicia para las mujeres en Guatemala no puede esperar más.
¡Sigue a El País de los Jóvenes en Instagram, TikTok y YouTube para más contenido positivo!


