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Finalmente consiguió justicia, pero su hija ya había fallecido

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Esta es una historia que sucedió hace más de seis años en Guatemala y que nunca debería de haber pasado. Es el caso de una niña guatemalteca de 3 años y 8 meses que fue asesinada por su propia madre; es la experiencia más desgarradora que Eddy Vásquez, su padre, vivió; es la prueba de las claras deficiencias del sistema de justicia y protección de la niñez en Guatemala. 

Desde un inicio, Liliana Alquijay Osorio no quería ser madre. Al enterarse de su embarazo, lo primero que quería hacer era abortar, pero su esposo Eddy Vásquez se lo impidió. Meses después, en el 2009, nació Jennifer Alejandra Alquijay Vásquez.

El matrimonio entre Alquijay y Vásquez se deterioraba poco a poco, pero dos eventos cruciales marcaron su fin: la relación sentimental entre Alquijay y su amiga Yenni Chinchilla y la muerte de su padre. Ambos sucesos impactaron fuertemente en la salud mental y emocional de ella, lo que incentivó una separación definitiva con su marido. 

«Yo no me separaba de ella por la simple y sencilla razón que yo sabía que al pelear por la custodia de la nena llevaba las de perder, porque ella era la mamá», dijo el padre de la menor a La Hora.

La lucha por la custodia de Jennifer

Alquijay estuvo de acuerdo con que Jennifer se quedara con su padre, pero luego cambió de parecer. El 19 de marzo del 2012 le puso una denuncia a su marido en el Juzgado de Familia de Villa Nueva, por violencia psicológica, verbal y física y por haber «secuestrado» a Jennifer. Las autoridades le entregaron a la menor a su madre y resolvieron la situación con una pensión alimenticia y visitas semanales. 

Para Alquijay esto no era suficiente; ese mismo año se dirigió al Ministerio Público el 7 de mayo para denunciar a Vásquez por delito de plagio o secuestro y violación sexual. La Investigación del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) comprobó que era una acusación falsa. 

Esta denuncia desencadenó una serie de complicaciones para Vásquez, quien no se daría por vencido.

«Cuando Liliana puso la denuncia por abusos sexuales en mi contra me bloqueó. Ya no pude hacer nada y era frustrante ir y que me volvieran a decir que no. Iba en la mañana y en la tarde. Me atendían diferentes personas y todos me decían lo mismo, nunca me extendían ninguna constancia. Al menos quería tener la base de algo para que supieran que estaba llegando, pero nunca me quisieron hacer ningún escrito ni nada», relató Vásquez.

Su hija estaba viviendo en el Infierno

El Juez Quinto de Niñez declaró a Alquijay responsable de la custodia de Jennifer Alejandra el 29 de mayo del 2012, usando a su favor las declaraciones de una trabajadora social y una psicóloga del juzgado. 

Vásquez continuó luchando por la custodia de su hija, a pesar de que la denuncia en el MP le impedía avanzar de cualquier forma. Cada vez que lograba ver a Jennifer, observaba que estaba triste y que tenía muchos golpes. Cabe mencionar que Alquijay es cinta negra en karate. 

Se hizo justicia cuando era muy tarde

Tristemente, lo que tanto temía Vásquez sucedió. La verdad salió a luz cuando Jennifer fue asesinada por su madre y fue hasta entonces que las autoridades consideraron las denuncias de un padre con el corazón más que destrozado. 

“La última vez que la tuve entre mis brazos fue el 28 de marzo. El 20 de agosto la vi a través de un monitor. Ella estaba con la psicóloga. Eso fue nueve días antes de que falleciera”, recordó Vásquez. 

Tuvo que morir una niña de apenas tres años por violencia, para que las autoridades investigaran a profundidad el caso. Un padre tuvo que perder a su hija para que por fin se consideraran los errores de las instituciones. Cabe cuestionarse cuántas muertes más faltan para que las instituciones y el sistema de justicia de Guatemala proteja a la niñez.

*Esta nota contiene información recabado por el medio de comunicación La Hora, que publicó una entrevista y cronología del caso en el 2013.

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