*Foto de portada vía AFP
Kevin Kumala, un biólogo indonesio, llevaba 10 años sin visitar Bali, su lugar de origen. En el 2009 decidió regresar a las bellas playas donde creció y descubrió que se habían convertido en montañas de basura. Entre los principales elementos que contaminaban las playas, estaban las bolsas de plástico y decidió solucionar el problema.
“Cuando iba a surfear o a bucear ya no era un placer para mí, encontraba plásticos en todas partes”, explicó Kumala a El País.
Gracias a su conocimiento en biología, creó un reemplazo a las bolsas de plástico que beneficia al ecosistema marino. Encontró la solución en la yuca, un tubérculo abundante en Indonesia del cual los animales marinos se pueden alimentar.
“Esto da esperanza a los animales marinos. No se asfixian ni ingieren materias que puedan ser peligrosas”, dijo Kumala.
A comparación de las bolsas de plástico que tardan hasta 300 años en biodegradarse, las bolsas de yuca de Kumala se tardan menos de 100 días en desaparecer y se disuelve en minutos en agua caliente.
Las bolsas de Kumala tienen un precio aproximado de cinco centavos de dólar y también tienen impresas la oración: «NO SOY PLÁSTICO».
En el 2014, Kumala y su socio Daniel Rosenqvist fundaron Avani Eco y abrieron una fábrica. No solo fabrican las bolsas de yuca, también hacen pajillas de almidón de maíz y envases desechables de caña de azúcar.