Algo que diferencia a los emprendedores de los demás empresarios es la creatividad y la innovación. Dos emprendedoras cubanas abrieron una pizzería que tiene un factor diferencial: las pizzas caen del techo hacia las manos de sus clientes.
Marta Castaeda abrió la pizzería con su esposo desde un inicio, pero después su muerte, se alió con Marta del Barrio. Ambas comenzaron en la cocina de un apartamento en el último piso de un edificio en Havana, Cuba. «La pizza ayuda al cubano porque ayuda a la gente a sobrevivir y salir adelante», dijo Castaeda en una entrevista con Great Big Story.
Ambas Martas salían corriendo, bajando y subiendo gradas, para repartir las pizzas. Era totalmente agotador para ellas y, debido a ello, buscaron una solución a su problema.
«Aquí tenemos que encontrar una manera de vender, para poder mantener la licencia, así que eso es lo que hemos hecho con nuestros recursos, buscar soluciones», dijo Castaeda a The Cuban History.
Así, la pizzería «A Mi Manera» cambió su forma de entregar pizzas y encontró una forma creativa para diferenciarse del resto. Inventaron una canasta para repartir pizzas desde el techo. Ahora Castaeda y del Barrio reciben el pedido en un puesto en el primer nivel del edificio, llaman al cocinero (que se encuentra en el último piso) para pedirle la orden y luego la pizza llega a las manos de los clientes desde el techo.
Al principio no fue tan fácil adaptarse a este invento; una vez le cayó una pizza en la cabeza a una señora. Mucha gente viaja solo para comer en «A Mi Manera». No solo la forma de entrega es original, también el sabor de la pizza. No tienen recetas específicas; cada pizza es personal y los clientes pueden decidir qué ingredientes agregarle.
«Siempre trato de hacer las cosas mientras me río», dijo Castaeda, «porque la risa te alegra el día y la sonrisa tiene tremendo valor». Ambas emprendedoras reconocen la importancia que es reunirse con la familia y los amigos, por ello aman darle una excusa a la gente de reunirse: comer pizza.