No hagas nada por un día. Te tienes que despertar todos los días temprano a estudiar o a trabajar; pasas las tardes haciendo tareas o terminas de trabajar y te vas al gimnasio; tratas de dormir las horas adecuadas o no duermes por terminar un proyecto. De lunes a viernes vives de arriba para abajo y los fines de semana cumples con tus obligaciones sociales y familiares. Nos enseñan a trabajar y a cumplir nuestras responsabilidades, pero no te enseñan a no hacer nada por un día.
Estamos educados para sentirnos culpables si no hacemos nada y nos clasifican como “holgazanes”, pero tienes derecho a darte al menos un día de descanso. Especialmente, si pasas trabajando y socializando casi toda la semana. No hay porqué sentirse culpable si cumples con tus responsabilidades.
Apaga tu celular y despiértate sin una alarma. Quédate en la cama hasta que quieras levantarte; mira una película o lee un libro. Si no te quieres quitar la pijama, peinarte o bañarte en todo el día, no lo hagas. Simplemente, descansa y relájate. Disfruta no tener nada que hacer por 24 horas. También es saludable no hacer nada.
Tampoco se trata de dejar todo a un lado; si de verdad no puedes no hacer nada, no lo hagas. Se trata de buscar un balance en tu vida laboral y social y darte un día de descanso total de vez en cuando. No solo te recuperas físicamente, también descansas tu mente.