La incertidumbre ha llevado a muchos expertos a cuestionarse sobre la cuarta revolución industrial, también conocida como 4IR o Industria 4.0, la cual se caracteriza principalmente por abrirle paso a la humanidad hacia un mundo de nuevas posibilidades y cambios disruptivos en la forma en la que vivimos, a través de la tecnología. Sin embargo, también implica nuevos riesgos que podrían afectarnos a nivel personal, empresarial y social.
Klaus Schwab, autor del libro «La Cuarta Revolución Industrial», habló por primera vez sobre una nueva revolución en el Foro Económico Mundial (WEF) 2016, para referirse al «entorno actual y en desarrollo en el que las tecnologías y tendencias disruptivas están cambiando la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos».
Entre estas tecnologías, también comprendidas como los pilares de la cuarta revolución, están:
Valeria Perasso cita tres elementos esenciales que caracterizan a esta revolución industrial, en un artículo publicado en BBC: la velocidad, el alcance y el impacto en los sistemas. El Foro Económico Mundial explica que dichas características presentes en los avances actuales no tiene precedentes en la historia, lo que implica incertidumbre.
¿Cómo evaluamos los riesgos de la cuarta revolución industrial? Graeme Codrington, autor y consultor futurista y estratégico, sugiere estudiar las revoluciones anteriores.
La primera revolución industrial innovó la producción con la máquina de vapor a mediados del siglo XVIII; la segunda utilizó las herramientas que la etapa anterior dejó para generar una producción masiva y mejorar el rendimiento de los trabajadores a través de la división del trabajo y el uso de la electricidad, a finales del siglo XIX. Codrington señala que la relación entre las primeras revoluciones podría reflejar la conexión entre la tercera y la cuarta revolución. La «Era Digital», o tercera revolución, surgió a finales de los años 40 con el desarrollo de sistemas digitales y de computación. Permitió nuevas formas de generar, procesar y compartir información;
transformó al mundo en una “comunidad global”.
Lo que marca la diferencia entre la “Era Digital” y la cuarta revolución industrial, va más allá de la velocidad, el alcance y el impacto en los sistemas. Durante los últimos años nos hemos dado cuenta de que podemos hacer cosas que nunca se han hecho antes con las herramientas desarrolladas durante la tercera revolución industrial.
Marcada por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas, la cuarta revolución industrial cambiará el mundo tal y como lo conocemos. Años atrás, algunos expertos predijeron la desaparición de muchos trabajos, la adaptación de nuevos sistemas tecnológicos por parte de las empresas, el cambio en nuestra forma de relacionarnos y el riesgo de nuestra seguridad y privacidad.
En los últimos meses hemos sido testigos de dichos cambios por la pandemia del nuevo coronavirus, COVID-19. El desempleo incrementa, los empresarios y emprendedores han tenido que adaptar sus negocios a distintas plataformas digitales, nuestra forma de relacionarnos ha cambiado y ahora más que nunca, hemos expuesto gran parte de nuestra vida en el mundo digital.
Continúan surgiendo muchos debates éticos y muchos cambios que están afectando a las empresas y países que no se están adaptando a la evolución tecnológica. Tenemos que tener cuidado de no cometer errores que
perjudiquen el bien común. Con un buen entendimiento y el uso de las herramientas adecuadas, esta revolución podría mejorar nuestras vidas.