Posiblemente nos hemos preguntado ¿Quién fue el primer médico de la historia?. Parece ser que fue Imhotep que vivió entre 2690-2610 a.C. Imhotep dejó sus conocimientos escritos en un papiro conocido con el nombre de Edwin Smith, en memoria del egiptólogo que los compró y recuperó (en la actualidad están expuestos en la Academia de Medicina de New York).
En este papiro, de algo más de 4.5 metros de largo, se relatan tratamientos de guerra y descripciones anatómicas. También se describe la existencia del corazón, el hígado, los vasos sanguíneos, riñones, uréteres etc. Hay que tener en cuenta, que los egipcios al practicar el embalsamamiento de sus muertos, tenían la posibilidad de examinar las vísceras humanas.
Los egipcios desarrollaron una teoría médica basada en estos conocimientos anatómicos. Para los egipcios los vasos sanguíneos nacían en el corazón y estos vasos sanguíneos transportaban a su vez aire y líquidos, como la sangre, esperma, lágrimas y orina, a las diferentes partes del cuerpo.
Además el pensamiento residía en el corazón. De hecho, de esta creencia sobre que los pensamientos residían en el corazón.
El conocimiento científico de Imhotep era muy extenso, tanto es así que también era arquitecto y astrónomo. De hecho, fue arquitecto y médico del rey Djeser o Zoser de la III dinastía egipcia, siendo además el creador de la Pirámide Escalonada de Saqqarah.
Imhotep fue reconocido a su muerte como dios de la medicina y le fueron consagrados muchos templos. Como dios de la medicina los griegos lo conocieron como Asclepios y los romanos como Esculapio.
Imhotep afirmaba que el pulso era un índice del corazón y de las condiciones del enfermo. Tampoco estaba tan equivocado Imhotep ya que hoy sabemos que el pulso es el resultado del golpeo de la sangre contra las paredes de las arterias como consecuencia del bombeo de la sangre realizado por el corazón.