Cualquier niño, niña o adolescente puede ser abusado sexualmente sin importar dónde vive, quién es su familia, en qué situación económica o social se encuentra, cuál es su nacionalidad o qué religión profesa su familia. Su agresor puede ser hombre, mujer, mamá, papá, abuela, abuelo, hermano, hermana, tía, tío, amigo, amiga… quien sea.
Todo menor de edad tiene derecho a una infancia que le permita desarrollarse plenamente, sin embargo, esta etapa crucial se ve inmensamente afectada cuando es abusado física, emocional o sexualmente.
En conmemoración al Día del Niño, el cual se celebra el 1 de octubre en Guatemala, damos a conocer las consecuencias en la infancia de los menores abusados sexualmente y resaltamos que con fe, amor y apoyo es posible sanar las heridas de este terrible delito.
El abuso sexual a menores es cualquier actividad encaminada a proporcionar placer sexual, estimulación o gratificación sexual a un adulto, que utiliza para ello a un niño, niña o adolescente, aprovechando su situación de superioridad. Las formas más comunes de abusos sexuales a menores son: el incesto, la violación, la vejación y la explotación sexual.
Existen muchas falsas creencias sobre este tema; algunos consideran que el abuso ocurre raramente, que se dan solo en clase social baja, que solo lo sufren las niñas o que los niños no dicen la verdad.
Las víctimas de abuso sexual sufren secuelas negativas a nivel físico, psicológico y emocional. Se pueden distinguir distintas consecuencias a corto y a largo plazo que varían dependiendo de cada caso, por ejemplo, si el abusador es un familiar o es otro menor de edad.
No todos los niños manifiestan el mismo grado de afectación, pero lo importante es que el menor sea evaluado para obtener los datos respecto al tipo de abuso y reciba la intervención terapéutica correcta.
Muchos expertos recomiendan que el tratamiento de la víctima sea diseñado «a la medida» teniendo en cuenta la evaluación inicial y los problemas que manifiesta la persona. Sin embargo existen normas generales que deben aplicarse como la empatía y la confianza. Asimismo, el menor debe sentir que el experto busca ayudarlo.
Como padres de familia o seres queridos debemos darle importancia el apoyo de expertos, pero también tenemos un rol: darle mucho amor al menor y enseñarle que hay una luz al final del túnel. Estamos seguros que con amor, apoyo y fe cualquier víctima de abuso sexual puede salir adelante.
Cabe mencionar que tristemente existen muchos menores que nunca reciben la ayuda que necesitan. No obstante, nunca es tarde para sanar nuestras heridas y restaurar nuestro corazón.
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