Durante la pandemia del Covid-19 se logró evidenciar que en los últimos 2 años surgieron cambios de hábitos en los modelos de negocio. Según el ITU World Telecommunication/ICT Indicators, cerca del 70% de la población en América Latina y el Caribe es usuaria de internet, tendencia que ha impulsado a las organizaciones a enfrentarse a uno de los más grandes retos, crear una plataforma tecnológica a la medida, que permita entregar experiencias consistentes y sin fricción a través de una red de canales físicos y digitales, integrados y colaborativos, materializando la verdadera transformación digital.
Se ha reflejado un incremento exponencial en los canales digitales, 6 de cada 10 usuarios entre los 16 y 64 años compran algo por internet todas las semanas, esto es equivalente a un 58% donde el ingreso promedio anual por usuario de comercio electrónico en bienes de consumo es de 1.017 dólares a nivel global y ronda los 300 dólares en la región de LATAM.
“Los retailers centroamericanos para enfrentar con éxito los retos que propone la transformación, deben considerar la omnicanalidad como pilar estratégico, embarcarse en el ecosistema digital, tomar decisiones con base en datos, entre otros que lo diferencie del sector y garantice la sostenibilidad del negocio”,
El centro de toda acción debe ser el cliente, trazando cada estrategia de forma clara y consistente, las inversiones, cambios y decisiones deben atender los requerimientos del cliente, superando expectativas en calidad y tiempo.
“En Pragma, desde hace más de 26 años hemos aportado en la transformación tecnológica de las compañías, siendo un referente e importante aliado para la industria de retail y sector bancario, donde una visión conjunta nos permite apoyarles en el desarrollo y evolución de sus proyectos tecnológicos”, señaló Gabriel Acero, director de omnicanalidad en Pragma.
La transformación digital no solo implica la digitalización de los procesos, sino repensar por completo la manera cómo funcionan las empresas, desde sus procesos productivos, su cultura y su infraestructura tecnológica y por supuesto, el liderazgo de las directivas quienes deben impulsar estos cambios y la adopción de la cultura ágil.