La intolerancia a la lactosa no es una verdadera alergia y puede desarrollarse a cualquier edad. En algunos casos, puede desencadenarse a causa de otra enfermedad, como la enfermedad de Crohn; mientras que en otros, sin ninguna causa específica.
La intolerancia a la lactosa se presenta gracias a un problema con el carbohidrato lactosa, que es un tipo de azúcar presente en los productos lácteos.
A las personas con intolerancia a la lactosa les falta en el cuerpo una enzima, conocida como lactosa. Por lo tanto, cuando estas personas ingieren productos lácteos, el cuerpo no tiene manera de descomponer la lactosa lo cual conduce a la fermentación del azúcar en los intestinos, desencadenando síntomas, tales como diarrea, náuseas, cólicos abdominales, hinchazón del estómago y gases.
Tipos
Primaria: es más común y se presenta en algún momento de la vida cuando la producción de lactasa desciende por debajo de lo normal debido a razones poco claras. Luego, la baja cantidad de lactasa dificulta la digestión de los productos lácteos y conduce a los síntomas de la intolerancia a la lactosa.
Secundaria: se desarrolla cuando el intestino delgado produce menos lactasa después de una enfermedad, una lesión o una cirugía que involucra al intestino delgado.
¿Cómo detectarla?
El médico puede confirmar el diagnóstico de intolerancia a la lactosa con un examen clínico que valora la reacción corporal a una dosis de lactosa. Luego de esto se extrae una muestra de sangre para medir los niveles de la glucosa. Si el nivel de glucosa no aumenta, eso significa que el cuerpo no digiere ni absorbe adecuadamente la lactosa.
Alternativamente, se puede usar otro examen llamado prueba de hidrógeno en el aliento. Este examen requiere de consumir una bebida con niveles elevados de lactosa, para luego medir la cantidad de hidrógeno en el aliento. Normalmente, se puede detectar muy poco hidrógeno; pero cuando el cuerpo no digiere la lactosa, la reacción de fermentación en el colon libera hidrógeno y otros gases.
Tratamiento
Si sufres de intolerancia a la lactosa, no hay ninguna manera de curarla. La forma más eficaz de aliviar los síntomas es disminuyendo la cantidad de productos lácteos que se ingieren.